domingo, 20 de febrero de 2011

París es difícil describirla. Debo decir que si uno ha vivido en Bs. As. puede imaginársela. En algunas partes se parece mucho, y cuando la confusión acecha la torre Eiffel nos recuerda que estamos equivocados. Es una ciudad que a diferencia de mi destino anterior esta viva. París es pretenciosa, pero al fin y al cabo tiene porque serlo. Mucho salvo su gente se encuentra disponible en español. No es cierto, al menos para mí que te traten mal por no hablar francés. De hecho le ponen bastante voluntad y tratan de que puedas entender. Quisiera escribir tantas cosas pero es mucho más difícil abarcar lo que mis ojos ven con palabras. Debo decir que el cansancio no ayuda y que mi mente esta sumida en un estado constante de agotamiento y asombro. Describir lo que veo por día me resultaría imposible así que cambiare de modalidad y empezare a detallar temas o situaciones que llaman mi atención, al fin y al cabo mi mamá conoce más Paris que yo de mirar tanto programa de televisión alusivo.

Los linyeras y sus perros.
Esta es la ciudad con más pobres pidiendo en la que he estado este mes. A diferencia de las otras donde la pobreza no ocupaba un lugar central, acá se ve por todos lados. No son solo extranjeros, los hay de todas las edades, duermen en la calle a pesar del clima envueltos como capullos. Lo hacen en las calles y los he visto incluso en los bancos de las estaciones del metro. Piden con carteles y hoy que llovía sentados bajo su paraguas. Pero hay algo que se repite en casi todos, es la compañía de uno o más perros. Empecé a observar para tratar de entender. Por supuesto elabore una teoría. Se los ponen encima, se acurrucan con ellos, creo que es para sentir algo de calor. Mi teoría se quedo algo chueca cuando me tope con un hombre que tenía una perra que amamantaba como a 8 cachorros, entonces la gente se acercaba y dejaba más dinero que a los otros. ¿Será que los franceses sienten más lastima por los animales que por otros seres humanos?

Viejo mundo, viejos trucos.
En todo lugar donde se conglomeran los turistas están estos engañadores callejeros de los que nosotros sabemos tanto. No pude evitar preguntarme si fue primero el huevo o la gallina. El hecho es que estos personajes que si en su mayoría parecen extranjeros están al acecho esperando que muestres la cámara, el mapa o la actitud desprevenida. Los primeros que se cruzaron vinieron en grupo. Por supuesto hablan varios idiomas, llevan carpetita con fotocopias con el logo de UNICEF. Aseguran juntar firmas y estar recaudando. Uno sabe desde que los ve que es un engaño. Hice lo mismo que hubiera hecho en BS AS saque las monedas del bolsillo para alejarlos cuando descubrí que eran muchos y estaban por todo el parque. Trate de caminar para donde había más gente pero me seguían cuatro de ellos, me acerque a una mujer que era de seguridad del parque Les Tulleries, ella no hablaba tan bien el español como ellos pero lo entendía. Confirmo que era un engaño, dijo que eran rumanos.
No pasaron ni diez minutos y tenía otra demostración delante mío del viejo arte del timo. Un tipo un poco más grande quiso hacerme creer que se me había caído un anillo enorme y dorado. Le dije que no, pero me seguía hablando y quería dármelo a cambio de dinero. Esa misma situación se repitió al menos cuatro veces con diferentes personas que intentaban lo mismo con anillos iguales.
Otra situación son tipos con que intentan hablarte casi en una actitud de levante y empiezan a seguirte por la calle. La mayoría esta mal vestido, o tiene algún indicio como estar muy desalineado que te hace sospechar. Por suerte no se como termina el truco, mi cara de perro los aleja. Simulan hablar por telefono, se detienen al lado cuando te detenes y avanzan cuando avanzas hasta que entablan conversación. También hay mujeres con atuendos árabes que te siguen tratando de sacarte plata. Y vendedores de torres miniaturas que son como de lata que te acosan por todas partes. Nada nuevo daban ganas de gritar: ¡soy argentina renueven los trucos!

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