domingo, 20 de febrero de 2011

París es difícil describirla. Debo decir que si uno ha vivido en Bs. As. puede imaginársela. En algunas partes se parece mucho, y cuando la confusión acecha la torre Eiffel nos recuerda que estamos equivocados. Es una ciudad que a diferencia de mi destino anterior esta viva. París es pretenciosa, pero al fin y al cabo tiene porque serlo. Mucho salvo su gente se encuentra disponible en español. No es cierto, al menos para mí que te traten mal por no hablar francés. De hecho le ponen bastante voluntad y tratan de que puedas entender. Quisiera escribir tantas cosas pero es mucho más difícil abarcar lo que mis ojos ven con palabras. Debo decir que el cansancio no ayuda y que mi mente esta sumida en un estado constante de agotamiento y asombro. Describir lo que veo por día me resultaría imposible así que cambiare de modalidad y empezare a detallar temas o situaciones que llaman mi atención, al fin y al cabo mi mamá conoce más Paris que yo de mirar tanto programa de televisión alusivo.

Los linyeras y sus perros.
Esta es la ciudad con más pobres pidiendo en la que he estado este mes. A diferencia de las otras donde la pobreza no ocupaba un lugar central, acá se ve por todos lados. No son solo extranjeros, los hay de todas las edades, duermen en la calle a pesar del clima envueltos como capullos. Lo hacen en las calles y los he visto incluso en los bancos de las estaciones del metro. Piden con carteles y hoy que llovía sentados bajo su paraguas. Pero hay algo que se repite en casi todos, es la compañía de uno o más perros. Empecé a observar para tratar de entender. Por supuesto elabore una teoría. Se los ponen encima, se acurrucan con ellos, creo que es para sentir algo de calor. Mi teoría se quedo algo chueca cuando me tope con un hombre que tenía una perra que amamantaba como a 8 cachorros, entonces la gente se acercaba y dejaba más dinero que a los otros. ¿Será que los franceses sienten más lastima por los animales que por otros seres humanos?

Viejo mundo, viejos trucos.
En todo lugar donde se conglomeran los turistas están estos engañadores callejeros de los que nosotros sabemos tanto. No pude evitar preguntarme si fue primero el huevo o la gallina. El hecho es que estos personajes que si en su mayoría parecen extranjeros están al acecho esperando que muestres la cámara, el mapa o la actitud desprevenida. Los primeros que se cruzaron vinieron en grupo. Por supuesto hablan varios idiomas, llevan carpetita con fotocopias con el logo de UNICEF. Aseguran juntar firmas y estar recaudando. Uno sabe desde que los ve que es un engaño. Hice lo mismo que hubiera hecho en BS AS saque las monedas del bolsillo para alejarlos cuando descubrí que eran muchos y estaban por todo el parque. Trate de caminar para donde había más gente pero me seguían cuatro de ellos, me acerque a una mujer que era de seguridad del parque Les Tulleries, ella no hablaba tan bien el español como ellos pero lo entendía. Confirmo que era un engaño, dijo que eran rumanos.
No pasaron ni diez minutos y tenía otra demostración delante mío del viejo arte del timo. Un tipo un poco más grande quiso hacerme creer que se me había caído un anillo enorme y dorado. Le dije que no, pero me seguía hablando y quería dármelo a cambio de dinero. Esa misma situación se repitió al menos cuatro veces con diferentes personas que intentaban lo mismo con anillos iguales.
Otra situación son tipos con que intentan hablarte casi en una actitud de levante y empiezan a seguirte por la calle. La mayoría esta mal vestido, o tiene algún indicio como estar muy desalineado que te hace sospechar. Por suerte no se como termina el truco, mi cara de perro los aleja. Simulan hablar por telefono, se detienen al lado cuando te detenes y avanzan cuando avanzas hasta que entablan conversación. También hay mujeres con atuendos árabes que te siguen tratando de sacarte plata. Y vendedores de torres miniaturas que son como de lata que te acosan por todas partes. Nada nuevo daban ganas de gritar: ¡soy argentina renueven los trucos!

sábado, 19 de febrero de 2011



Y ahora PARIS!

Otro tren, y una nueva y vertiginosa combinación ahora cargada como una mula. En el primero bastante vacío así que mi mochila devenida casi en un ser humano viaja sentada. Después el TGV hermoso y lujoso pero el más lleno de los que tome. El estante para el equipaje inalcanzable, pero la señora que viaja a mi lado me ayuda y las dos en una posición casi ridícula logramos acomodarla. El paisaje es tanto o más lindo que los anteriores que se parecen aunque tienen sutiles diferencias. La profesora de geografía no se sentiría orgullosa de mi incapacidad para explicar tales diferencias. En la estación encuentro perfectamente el metro (seguimos con ese fastidioso término) que me trae a lo de la desconocida Sophie. Tengo una guía y mi mapa obtenido gratuitamente en la estación. París tiene esa ventaja mapas y baños en los bares gratis. No es poco. El problema empezó justo cuando debía terminarse. Me perdí en círculos con más peso del que podía soportar durante una hora. El miedo solo empeoraba la situación. Sophie iba  a salir a cenar y me esperaba para hacerlo. ¿Y si no me esperaba? Lo aterrador no era el idioma o la ciudad desconocidos eran mis enormes bolsos y mi cuerpo desmayándose de a poco. Con cada pregunta empeoraba mi situación, la calle que buscaba parecía quedar en todas las direcciones, todas incorrectas claro. Finalmente ruegos mediante a todos los santos que conozco encontré la calle y la casa. No sin antes encontrar un serio problema con las numeraciones y las líneas rectas común en Europa. Llegue y tan solo faltaban 5 piso por escalera para conocer a Sophie. Ella es profesora de idiomas. Si esa típica docente agobiada por cientos de exámenes de no se sabe cuando y seguramente no se sabe muy bien de quien. El departamento es de dos ambientes, y resulta chico solo por el abarrotamiento de objetos. Me esperaba con sopa caliente y fue casi como caviar en medio de tanto dolor físico por culpa de la travesía.

Adiós Luxemburgo

                                                                                                   
Clervaux, un pueblito a una hora de Luxemburgo, de esos que son pintorescos porque están enclavados en la montaña. Coronando un monasterio que parece haber sido construido cerca del cielo. Su Iglesia, de aspecto moderno, otra de las reconstruidas post guerra. Es de estilo bizantino, la cruz cuadrada, el dorado a la hoja cubriendo los fondos de las imágenes. Un monje te atiende en la tienda de regalos. Subir, cómo olvide mencionarlo. Es bastante complicado para esta citadina de llanuras que creía que el parque Lezama tenía demasiadas subidas. Vivir en estas áreas debería ser motivo obligado de glúteos firmes. Debo confesar que hasta el aire me faltaba. La vista es increíble. El lugar es de cuentos como todo acá debe ser porque los cuentos que nos leen de chicos empezaron a contarse primero acá.
De Luxemburgo me queda decir que la noche podría para algunos ser más divertida porque parecería que te podes subir al auto de cualquiera ir de lugar en lugar y nada pasarte. Hablo en condicional porque creo que hace falta más de una noche para sacar es conclusión. Mi estado natural de sospecha me hace estar aún más en alerta en esos sitios donde todo parece seguro y ordenado. Desconfío. Ya se que soy un poco retorcida, pero que se le va a hacer a esta altura. Ansío despedir mi diario de este extraño país porque ya París me apura y mi viaje entro en su recta final.

jueves, 10 de febrero de 2011

Luxemburgo ... mejor si estas con alguien divertido!

Llegue a la conclusión de que Luxemburgo es como aquel chico hermoso del que te enamoras perdidamente en la secundaria. Con el que soñas, casi una réplica de Brad Pitt. Pero que cuando lo conoces, solo era lindo. Porque en realidad el pobre es aburrido, insulso, y carente de gracia. Verlo en la foto te hace fantasear con unir tu apellido al suyo, pero por favor que no abra la boca!!! Para admirarlo, para eso si sirve. Mucho mejor si lo haces con amigas. Hoy tuve esa suerte. Vinieron de visita Liza y Luciane las encantadoras brasileras que conocí en Amsterdan. Ellas están en Bélgica y tren mediante compartieron conmigo el día. Volví a la muralla que sola no me había atrevido a recorrer hasta su interior. Bajamos por esas interminables callecitas con siglos de historia, con adoquines verdes de la erosión y el moho antiguo. Puentes, pasadizos, escaleras hechas en piedra. Lugares en los que esperas todo el tiempo encontrarte con Frodo o Gandalf.
Los huecos en el muro por donde miraban los guardias están ahí como si el tiempo no les pasara. A lo lejos aprecias modernos y vidriados edificios, y por momentos no llegas a comprender si estas despierto o dormido. Porque parece un sueño donde se mezclo El Señor de los Anillos con Star Wars.







Hubo almuerzo de un rico sándwich con café con leche, acá le dicen capuccino. Y con struddel de manzana y un nuevo capuccino a la tarde. Las chicas comieron pizza, pero yo me resisto a que denominen esos secos cuadrados con salsa y queso rallado de la misma manera que un manjar de EL CUARTITO. Nos atendió una mujer italiana que solo hablaba su lengua y en un maravilloso inglés tan malo como el mío. Igual que en Amsterdan fuimos a un supermercado. Me había sido imposible hallar uno en los días anteriores. Luxemburgo es hasta un 40% más cara que sus vecinas ciudades. Y los super tan fáciles de encontrar, acá son casi un tesoro escondido. 

lunes, 7 de febrero de 2011

Mis pasos en Luxemburgo

Luxemburgo, es una ciudad que por la comodidad de no tener que pagar alojamiento voy descubriendo de a poco, muy de a poco. Siendo honesta, no sabía mucho de ella. No sabía que era un Ducado, que era una ciudad medieval. No sabía que las murallas que rodean la ciudad antigua era de los años 600. Ahí estuve hoy. Parada en el lugar construido por el hombre más antiguo en el que estuve alguna vez. A muchísimos metros de altura, en los sitios estratégicos donde alguna vez hubo soldados protegiendo la ciudad. La vista es realmente impresionante. El lugar fue declarado patrimonio de la humanidad por la UNESCO. Las piedras y los adoquines dejan ver los siglos que los han desgastado. Se baja por caminos empinados y pronto llegare hasta el centro, por ahora camine en sus alturas. Un puente moderno conecta el inmenso foso, y hasta el tren pasa por encima. Cientos de historias de doncellas rescatadas se habrán tejido allí. Guerras y muerte, intrigas palaciegas habrán encontrado el escenario perfecto entre los túneles secretos.









Mi día con Vincent

Por fin llegó el día. La cita era con Van Gogh. Sola por suerte, hay ciertas cosas que es mejor hacerlas en solitario. Camine mucho, estaba algo alejada del lugar donde se encuentra el museo que alberga más de 200 de sus obras. Seguro que hice el camino más largo tengo cierta torpeza que ya mencione para moverme en estas ciudades antiguas. Pero finalmente y contra un viento que amenazaba con tumbarme llegue a una zona en la que hay varios museos. Son todos edificios con aspecto formal y señorial. El de Van Gogh, no. Es muy moderno, desentona con el paisaje. En la entrada unas escaleras, sobre ellas unos televisores ordenan las filas, y uno de ellos proyecta información sobre el artista. Pagas la entrada, pasas por una persona de seguridad, luego un detector de metales y podes dejar tu abrigo en el guardarropas. Recién ahí entras al museo lleno de personal que evita que los desobedientes saquen fotos y asesinen las pinturas. Pedí y pague la audioguía, es importante todo lo que aprendí, pero también es bueno porque te aparta del ruido y el cotorreo de toda la gente que desfila por el lugar.
La recorrida lleva cerca de cuatro horas. Impacta saber la historia de algunas obras que fueron especialmente repudiadas y hoy fascinan al mundo.
No existen muchas palabras para agregar porque la conexión que se siente o no en ese lugar es tan personal. Conozco personas a las que no les provoca siquiera interés un museo y otras que han ido y se arrepienten. A mi en general me gustan los museos. Por Van Gogh siempre tuve una devoción particular. Es tonto de mi parte pero fui sin pensar mucho, en lo que no pensé fue en los girasoles. Digo que es tonto porque no solo que siempre me gustaron, sino que hace ya muchos años, hice mi propia burda reproducción de la obra en las paredes del colegio. Nos valió al grupo un bello 10 en el boletín. Sin embargo, quizás por el cansancio, por la preocupación del itinerario o descuido no pensé en ellos hasta que se aparecieron frente a mis ojos. Un fuerte escalofrío mezclado con una extraña emoción me recorrieron. Son más grandes de lo que creía, y mucho más bellos. El audio contaba su historia, Van Gogh, los pintó para Gauguin. Lo había convencido de vivir juntos y como a él le gustaban, quiso llenarle la casa de cuadros con girasoles muy amarillos. Hizo varios pero en las cartas a su hermano Theo dice que los tan famosos son los que más le gustaban. Confieso que pase varias veces a verlos hasta que pude despedirme.

en un lugar impronunciable!

Llegamos con Renata en tren hasta este pueblo dónde podes ver los molinos. Desde que llegas podes sentir un intenso aroma a chocolate. Es un lugar que se parece a los que describen en cuentos para chicos. Casitas de madera, muchas pintadas de verde con puentecitos que cruzan los canales. De fondo molinos gigantes ubicados en perspectiva.
Hay un molino en el que se fabrican pigmentos que esta abierto al público. Subimos por escaleritas empinadas hasta la parte más alta. Se mueve todo ahí adentro!!! Había mucho viento y eso aumentaba la sensación de vértigo. Les presento en la foto a Renata volándose, mi foto en esa situación descansa unos días más en su cámara. El negocio donde compras los souvenirs se convirtió en uno de mis lugares favoritos: mucho queso por todos lados para probar. Hubiera comprado todo, cada porquería turística con algún motivo holandes. Pero ni la billetera ni un viaje que todavía debe continuar me lo permitieron. Es hermoso ese lugar que pareciera estar detenido en otro tiempo. Eso si el baño tiene molinete y solo pasas si pones 0,50 de euro!!!




Amsterdan en bicicleta …






Todas las ciudades que visite hasta ahora, tienen como característica el uso de la bicicleta. Pero aquí, es el principal medio de transporte. Cientos de bicis por todos lados, atadas a las barandas de los canales, de las casas, en los árboles, frente a los bares. Cruzar las calles es un acto de osadía porque vienen en todas las direcciones por todas partes y a mucha velocidad. Algunas muy decoradas y otras con carritos delanteros donde llevan a los chicos.

Del jueves 3 de febrero en Amsterdan

Llegue a Amsterdan sin demasiadas expectativas. Solo conocer un nuevo lugar y hacer un desvío obligado en mi recorrido. El viaje en tren desde Bruselas me trajo a una estación muy grande pero algo más modesta que las que conocí en las otras ciudades. Sin embargo, la oficina de información al turista es enorme y esta cruzando la calle. El mapa, amigo indispensable en este tipo de travesía, es más caro que en otros lugares. Y opte por uno aún más pero pequeño y en español.
En el hostel me encontré con dos porteñas del barrio de Belgrano. Había también tres brasileras encantadoras que hablaban español, así que se convirtieron en compañeras de salidas. El resto se comunicaba en un ingles casi americano e incomprensible para mí.

Primer día. Me fui directo muñida de mi mapa al museo de Ana Frank, al fin y al cabo la mención de este lugar por parte de Shaila (la española en Bruselas) me había convencido de llegar a Holanda. Antes de continuar debo aclarar algo: los pintorescos canales son hermosos pero sus calles circulares imposibles de descifrar. No sé ni cómo llegue. En el medio me perdí unas 500 veces que fueron suficientes para dar tiempo del que museo abriera. Impresionada estaba ya con la idea de entrar a ese mundo que descubrí en el libro hace ya como 13 años. Recuerdo que lo leía mientras “trabajaba” de recepcionista para mamá.
Ingresas por lo que sería la casa de adelante. Seguramente habrá quienes leyeron el libro pero aún hay gente que como yo antes de hacerlo piensa cosas que no son del todo reales acerca de esta historia. Los Frank eran una familia de Frankfurt, que con la llegada en el ´33 del nazismo emigraron a Holanda. El padre dirigía una empresa de elaboración de conservas. Vivieron en Amsterdan hasta que con el estallido de la Guerra, y la posterior ocupación de Holanda, Otto Frank decidió esconder a la familia. Para eso acondiciono unas habitaciones que existían dentro de la fábrica. Eran dos pisos y un ático. Las habitaciones de todos modos no eran grandes, la casa al modelo de las holandesas es angosta y construida hacia arriba. Ahí permanecieron 26 meses: Ana, su hermana, padre y madre con otro matrimonio que tenía también un hijo y otro hombre. Recuerdo del libro que Otto no pudo resistir dejarlos afuera sabiendo la suerte que correrían siendo judíos a pesar de saber que complicaba un poco la estadía de su propia familia. Cuatro personas de la oficina los ayudaban llevándoles lo necesario. Fueron delatados poco antes de que termine la Guerra, aún hoy no se conoce por quien, y salvo Otto todos los demás murieron en distintos campos. Ana todo ese tiempo escribió un diario, y yo no sabía que también cuentos y que ella misma estaba preparando el libro basado en el diario porque había escuchado en la radio de la resistencia que serían publicados todos los documentos personales una vez finalizada la Guerra.
Son muchas las sensaciones que recorren el cuerpo una vez ahí dentro, la estrechez de la escalera, los textos impresos en la pared. Las figuritas y fotos de artistas que ella pegó en el empapelado o las marcas que hizo Otto del crecimiento de sus hijas. El recorrido se hace con la luz tenue y difusa que debían tener ellos ya que las ventanas estaban tapadas para no ser detectados.
A mí me impresiono mucho más aquello que no sabía o no recordaba. Me impresiono la foto de Otto mirando las habitaciones vacías en 1960. Sus cartas y publicaciones de avisos en los diarios buscando noticias. La decisión de convertir la casa en un museo. Me impresiono la casa de adelante, que eran las oficinas, dónde funciona hoy la fundación en la que en una sala enorme y muy moderna con televisores con traducción en muchos idiomas se cuentan casos de discriminación actuales. En medio de la sala hay unos postes en los que respondes por si o no a las preguntas que surgen luego de cada video que expone un caso. Y ahí creo yo, es dónde realmente uno puede impresionarse. La historia es triste muy triste en realidad, pero es eso: historia. De la que solo podría aprenderse algo pero no modificar nada. Pero los casos actuales son escalofriantes. Hungría y un partido de derecha ultranacionalista con una guardia paramilitar que ya fue prohibida pero que ahora en las urnas por la vía política cosecha el 15%. Los textos prohibidos de Hitler en versión MANGA japonés. Las discusiones entorno al pañuelo que usan las nenas musulmanas en las escuelas. El juicio que llevo adelante una madre italiana para que sacaran el crucifijo del aula de sus hijos, argumentando su derecho a educación laica. La prohibición en Alemania de toda manifestación de carácter nazi o relacionada con Hitler, como el uso de ropa o botines de guerra con cordones blancos. Redadas en Holanda en busca de delincuentes que solo acaban en la caza de  inmigrantes. Y el problema es que algunas de estas cuestiones tienen respuestas muy difíciles de encontrar. ¿Se puede prohibir para garantizar la paz? ¿Para defender la igualdad se puede censurar aquello que podría destruirla? Y uno empieza pensando si, obvio que no podes dejar que los chicos se disfracen de Adolf … pero inmediatamente pienso en todos los surgimientos de este tipo de manifestaciones a pesar de la prohibición. Y prohibir me hace ruido y me enredo en mis propios pensamientos. Entonces me detengo en los crucifijos en Italia, en el video algunos decían que quitarlos tenía que ver con desconocer la historia italiana y su cultura. Si claro que esto es menos nocivo que grupos de skin heads atacando por las calles. Pero lo único que me quedo claro al salir de la casa de Ana Frank es que seguimos sin resolver el problema y estamos muy lejos. En general tengo una respuesta a las cosas, puedo decir que pienso con bastante claridad. Aunque este sinceramente equivocada al menos tengo alguna certeza. Para esto no tengo la menor idea.

martes, 1 de febrero de 2011

Brugges

Empecé el día más tarde de lo que pensaba y eso altero un poco los planes. Gantes quedara para alguna otra vez en la vida. Las estaciones de tren son lugares raros. No tenía porque ser la de Bruselas Central la excepción. Un chico lleva una baguette devenida en sandwich gigante enrollada en el diario bajo el brazo. Otro hombre de aspecto solitario camina de atrás hacia adelante con un ramo de flores. Encuentros, desencuentros, gente que sabe donde va, gente perdida y supongo que disimulando seremos varios. Para tomar entren que te corresponde tenes que estar muy atento. Por la misma vía pasan muchos que van a distintos lugares. Esta muy bien señalizado y son muy puntuales. El andén es el escenario de murmullos en gran variedad de lenguas.
En el vagón cómodo y calentito, sentada frente a mi una mujer lee el diario mientras sostiene un pequeño perro envuelto en toallas y mantas polar (creo que es como el que tenía Su Gimenez). En la primera estación cambie de asiento para estar en la ventanilla. Se subieron tres mujeres muy paquetas que se ubicaron a mi lado. Me saludaron correctamente en francés y yo , que soy muy educada, respondí como aprendí de Pepe Le Pu.
Una hora y llegas a Brujas, es una ciudad medieval. Hermosa y muy confunda. Lejos en la historia de la planificación urbana, es casi imposible descifrar dónde estas. Es fascinante ir entrando por las curvas de empedrado casas bajas y desgastadas. Te atrapa. Callecitas como corredores diminutos salen de lugares inesperados. Podrías quedarte y perderte en un hotel construido dentro de una de esas casitas y sería el lugar perfecto para escribir un libro o esconderte del mundo. Te pierde. Conforme avanzan las calles me encuentro con la Iglesia que contiene La Virgen con el Niño de Miguel Ángel. Es la Iglesia gótica más grande los países bajos. Mi guía prestada decía que podía ahorrarte un viaje a Italia, yo pienso que aumenta el deseo de ir. Emociona, aunque no sea original mi sentimiento, ese mármol perfectamente tallado.
Comí un delicioso pannini tostado mientras recorría. Después me sente y tome un café con leche en uno de sus barcitos modernos por dentro y antiguos por fuera
Pasan las horas y la ciudad es cada vez más bella. Los canales con patos y aves de especies que ni conozco. La sensación constante de estar en otro tiempo cuando de repente no hay nadi más en la misma calle. Pero puede ser un lugar tramposo, como la propia cabeza. Recovecos, lugares desconocidos, algunos luminosos y maravillosos y otros oscuros. Brujas se puede convertir en un laberinto. Cuánto más pregunto más me confundo, más me desoriento. La intuición me guía y encuentro la salida. Brujas es mágica, llena de trucos.  
En la estación de tren estuvo todo más claro. Adiós Bruselas mañana me voy a Amsterdan.





lunes, 31 de enero de 2011

Homicidio fashion ...

Mi recorrido por el casco histórico de Bruselas comenzó con un viento frío que parecía cortar la cara. Mis pies cansados se helaron rápidamente en mis botas de buenos aires. Ya tenía el talón algo lastimado por las largas caminatas, y tuve que hacerlo. Digo “tuve que” porque en otras condiciones jamás me hubiera comprado esta botas de gamuza forradas de peluche que no permiten distinguir un delicado pie de un sándwich de mortadela. Pero debo decir que mi viaje será mucha más cálido y solo costaron 10 euros.
Visite la Catedral y la plaza principal con sus edificios barrocos encargados por los distintos gremios. Confirmo mi primera impresión es una Bruxelles opulenta. La otra hipótesis ya verificada es que construyen enormes parques con prolijos jardines para todo lo que se les ocurra. Hay tantas estatuas que se miran unas otras a otras por toda la ciudad casi en un dialogo. Imagino que deben contarse cosas secretos de reyes.
Recorrí negocios integrados en espacios de antiguas fachadas, en la zona de los bares y restaurants es posible encontrar comida de cualquier parte del mundo. Esta atestado de locales de venta de chocolates que van desde sofisticados hasta los comerciales del lugar. La bebida que toman en la calle es chocolate caliente más aún que el café y se ofrecen sopas de distintos sabores al paso. Están preparadas en unas ollas eléctricas en los locales tipo cafetería para llevar. Al mediodía con tanto frío y hambre tome la vía fácil y universal. Mc Donalds. Es increíble como en cualquier parte del mundo el resultado es similar. Satisfacción en la caja, no es difícil pedir un big mac. Un ligero placer al degustarlo, seguido del inevitable arrepentimiento que trae consigo la sensación de pesadez. Dentro del local podían verse representadas todas las nacionalidades. Llamo mi atención una mesa de 8 o 10 chicas de unos 20 años. Sus pieles eran todas de diferente tonalidad. Pensé en la discriminación y como se manifiesta en ciudades tan diversas. Ayer conocí a Shaila, una chica española que vino hace un mes por una beca y esta dando clases de inglés. Lloraba y estaba triste en la cama de abajo del hostel. Me puse a hablarle y se siente agobiada porque casi nadie le habla en inglés (menos en español)  y se le hace muy difícil. La discriminación aquí pasa por el idioma. El francés es el dominante. La gente se sectoriza de forma muy marcada por la lengua. Y claro no es lo mismo ser turista que intentar vivir en un lugar que no comprendes. Viaje en subte, ya casi como una experta. En la escalera mecánica venía detrás de dos personas hablando español latino. Eran un hombre y una mujer chiquititos, casi como duendes. Unos pasos más arriba un hombre de claro aspecto germano los miraba fijo y con gesto serio. Él le dice a ella: “por qué me mira tanto” … no pude evitar acotar “debe ser por el idioma”. Enseguida presentamos pasaportes, colombiano, ecuatoriana y argentina. Nelson, dijo que hacía más de 20 años que trabajaba acá y ella ya llevaba 18. “Quédate, Bélgica es un buen lugar” y se despidió con apretón de manos deseándome suerte.

Lo que verdaderamente no comprendo es esa escultura chiquita de un niño haciendo pis que es cómo un símbolo nacional. En la cuadra dónde está, hay decenas de réplicas del horrible nene “meando” en nuestra cara. Casas repletas de souvenirs, que me recordaron a las marplatenses y sus lobos marinos, solo que de sacacorchos con la criaturita. Me impresiona el contraste entre los fastuosos edificios antiguos y los igualmente dominantes de las calles edificios modernos. Son gigantes de cristal, hierro y cemento que se levantan entre los parques, las estatuas y las historias de reyes.

Ya tengo mi pasaje de tren, mañana visito Brujas y Gantes, y lo obtuve de un empleado sacado de algún cuento británico. Shaila y los libros prometen que me gustara tanto como Amberes.  







domingo, 30 de enero de 2011

Extras … (con nota de autor)

Ya mencione que esta ciudad tiene metro, tren, bus, tranvía y no se cuantos medios de transporte que conforman una red que se interconecta bastante difícil de interpretar. Ahí iba yo toda mareada con mi guía de Bélgica en la cartera, viendo como se pasaba el molinete. En realidad, en este caso, no era como los nuestros. En lugar de molinete tenía unas puertas de vidrio que se abrían al marcan la tarjeta en una máquina que le imprime la hora. Hay boletos que solo podes usarlos en todas las conexiones pero solo por una hora o un día y otros son pases por más tiempo. En fin, ahí estaba yo siguiendo los dibujitos de los carteles. Al costado un tipo, turco creo yo. Se hizo el que buscaba algo y me dejo pasar. Maldito él y otro que lo acompañaba. Lo que querían era que yo marcara la tarjeta y se metieron atrás mío mientras las puertas se volvían a cerrar. Tramposos.

En busca de las semejanzas descubrí que no es cierto que acá se cruza bien la calle. Mi querida hermana se indignaría al descubrirlo. Pero la verdad es que lo hacen a mitad de cuadra, con el semáforo en rojo, corriendo. La diferencia quizás es que los conductores frenan, pero en Bs. As. casi siempre lo hacen. Otra, hay basura en las calles. No será Constitución pero es un Palermo Soho, que ya es bastante. Las sirenas de los patrulleros también suenan. Hoy escuche unas cuantas. Las paradas de los colectivos tienen a veces largas filas. En el Carrefour Express frente al hostel son lentos como en cualquier otro. Y si bien media ciudad esta con arreglos y remodelaciones, hay casas bastante deterioradas.

Me encanta la arquitectura, la magia, la gente, la mezcla, el aroma y todo lo bueno que tiene la Europa que hasta ahora conozco, solo que no entiendo porque quienes han viajado antes se empeñan en ocultar tantas similitudes. Debería ser tranquilizador y alentador saber que la perfección no existe (ni siquiera acá) y en lugar de bajar los brazos por lo imposible, buscar mejorar. De cualquier forma cada uno puede buscar su lugar en el mundo en vez de quejarse y estorbar donde esta.

algunas más





Bruselas ciudad de reyes .... las imágenes ... jajaja